sábado, 18 de abril de 2009

RESEÑA HISTÓRICA DEL PUEBLO DE FASNIA - 3º Parte

CONSTRUCCIÓN DE LA PRIMERA ERMITA DE SAN JOAQUÍN

Había pasado un siglo y medio desde la Conquista de la Isla; la población de este término ya superaba el centenar de personas y aún tenían que acudir a Güímar o Arico para poder oír misa, pues todavía carecían de un templo. Por este motivo, y con el fin de mejorar su atención espiritual, a mediados del siglo XVII los vecinos establecidos en los incipientes caseríos de Fasnia, La Zarza, Sabina Alta, La Sombrera y Valencia solicitaron y obtuvieron licencia para construir una ermita, que andando el tiempo, y tras diversas obras de ampliación y mejora, habría de erigirse en su parroquia.

Fue levantada junto al camino real, en la jurisdicción de La Zarza pero en un lugar equidistante a todos los pagos mencionados; la dotó Doña María Rodríguez de Guasa, quien donó a esta ermita dos fincas que poseía en el Lomo del Santo y en la Fuente Nueva, para con su renta cubrir los gastos de mantenimiento del templo; y se puso bajo la advocación de San Joaquín. Ya estaba abierta al culto en 1665, siendo su mayordomo Don Blas González.

Este templo fue atendido desde su bendición y apertura por diversos capellanes, quienes celebraban en él la eucaristía en los días festivos; pero los feligreses del término tenían que desplazarse varias leguas para cumplir con las restantes obligaciones cristianas ( bautismo, confirmación, matrimonio y entierro), ya fuese a Candelaria, Güímar o a Arico.

PROLEGÓMENOS DE LA CREACIÓN DE LA PARROQUIA

El día 2 de Enero de 1794 el Iltmo. Sr. Obispo de Canarias Don Antonio Tavira y Almazán, en su visita pastoral a la Isla de Tenerife, confirmó en la antigua Ermita de San Joaquín a 408 personas de los pagos de La Zarza, Fasnia, La Sombrera y Sabina Alta, entre adultos y párvulos; en ese día, según se recoge en el auto de erección, “se enteró del crecido vecindario de aquellos Pagos, y de la falta de asistencia espiritual que padecían por la larga distancia de la Parroquia”, a donde sólo podían concurrir al cumplimiento pascual, no sin gran incomodidad y trabajo, que también experimentaban en llevar a enterrar sus cadáveres y en ir a bautizar sus hijos a El Lomo, como asimismo en que de tan lejos se les viniese a administrar el Sagrado Viático y Extremaunción, con peligro de que no llegase a tiempo.
Ante el conocimiento directo que el Obispo tenía de su realidad y viendo la predisposición favorable de éste, los vecinos de los mencionados pagos solicitaron a mediados de 1795 la creación de una parroquia independiente. En Noviembre del reiterado elevaron una representación al Alcalde Mayor de La Orotava, para que les autorizase a hacer cuantas juntas fuesen necesarias para tratar sobre la creación de una parroquia propia, y para que designase la persona que debía presidirlas, así como la que debía dar fe de lo tratado en ellas, ante los cuales se debían otorgar todos los instrumentos de dotación, poderes y demás papeles y documentos públicos que tuviesen por convenientes para el expresado fin. El 23 de ese mismo mes, el Alcalde Mayor de La Orotava, Lcdo. Don Antonio Minorves y Sevas, concedió la oportuna licencia y nombró para presidir dichas juntas al Teniente Don Diego Antonio Estanislao Torres, según escrito redactado por el Secretario Don Cristóbal Álvarez de Ledesma.

Cinco días después, el Teniente Torres recibió su nombramiento y convocó la Junta para el día 6 del siguiente mes de Diciembre de 1795 en la Plaza de la Ermita de San Joaquín; en el día señalado los habitantes de Fasnia y pagos inmediatos se reunieron en este lugar, para otorgar un poder absoluto a favor de varios vecinos ( Don José Díaz Flores, Don Luis Díaz Marrero, Don José F. Texa, Don Francisco González Leonardo, Don José F. Juan Díaz y Don Antonio Marques), para que éstos hiciesen todas las gestiones necesarias para elevar a parroquia la Ermita de San Joaquín; dicho poder fue otorgado ante el acompañado Don Domingo Díaz, por falta de fiel de fechos. Paralelamente, para la seguridad del aceite de la Lámpara del Santísimo Sacramento, los vecinos más pudientes otorgaron diversas escrituras de imposición perpetua para sostener la citada lámpara con hipoteca expresa de bienes raíces y todas las solemnidades necesarias.

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